¿Y ESE PELO?
christian howard A la mariquita que fui hace 15 años, no se le hubiera ocurrido escenario alguno que la orillara a aferrarse a elementos simbólicos para justificar su identidad. No había necesidad, punto. No sé si tenía que ver con el hecho de que, además de mi color de piel y mis apellidos, se me notaba demasiado la precariedad y con ella adherida, la idea (no del todo ficticia) de que la gente negra proviene de barrios periféricos y tienen una estética particular; una suerte de hediondez estética que nos recubría y hacía innecesario y hasta redundante recurrir a artilugios discursivos, performancias corporales o estéticas para pertenecer a algo que, para aquella época, según recuerdo, no representaba estatus alguno. Uno sabía que era negro o negra -en mi caso además marica- y podía descansar tranquilita en la cama, segura de que mi amaneramiento y el cabello afro, aquel por el que te gritarían ¡Y ESE PELO! en cada esquina, todavía era un elemento lejano para representar e...





