EL BRAZO DE LUIS - SIN PENA NI GLORIA
Hoy
unx joven colombianx amaneció sin su brazo izquierdo a causa de la
discriminación. Se me ocurre describirlo así sin matices y sin ganas de sonar
sensacionalista; quizá no lo logre
nunca, porque incluso con una mirada superficial al asunto, el caso resulta
ridículo y estremecedor. Estamos hablando de haber dejado mocho, en pleno siglo
XXI, a un ser humano utilizando utensilios rudimentarios como un machete. Por
un vecino. Por Dios!
Luego
podría agregar que se trata de un joven afromestizo oriundo de un municipio llamado
Sincelejo y que tiene 17 años; quien le cortó el brazo también, y resulta ser un
vecino que ya había demostrado anteriormente y de manera sistemática su
aversión por Luis; dejando de manifiesto la abyección corporal que le provocaba
su existencia… por marica; así de sencillo y sin ambigüedades ni matices. De un
solo machetazo.
Queda
nuevamente en evidencia la fragilidad de nuestrxs cuerpos maricas en el Caribe;
sobre todo las que somos negras; empobrecidas o mestizas, en otras palabras:
las OtrasMaricasOtras. Sí… en
femenino; y solo frente a este tipo de circunstancias es posible leer las
entrelineas el tiempo, la frecuencia y de soslayo las motivaciones de estos
eventos -y otros- que enlutan o preocupan a las personas sexualmente diversas
en estos territorios.
Y es
que como dice Rita Laura Segato refiriéndose al caso argentino, resulta que los crímenes que ocurren sobre los cuerpos
que estamos ubicados hacia este lado de la cesta (o sea del lado femenino de la
cultura y la sociedad) serán entendidos por la justicia y el Estado mismo como
crímenes menores. Y de ahí a la naturalización por parte de los espectadores
de este circo de matarifes que es Colombia, está a pie con bola.
Pero
¿por qué un joven de 17 años le termina cortando el brazo a otro de su misma
edad? Se empieza preguntando uno ¿homofobia? ¿machismo?. Yo lo llamaría
abyección corporal e irreductiblemente, como lo evidencia la historia de vida
de muchxs maricas del Caribe; poner en marcha eso del empoderamiento y sacar a
relucir nuestro orgullo, puede activar el chip neurótico; el leviatán
mitológico del tapiñero caribeño que frente a la insumisión del que considera
inferior, es capaz de bajarle los humos usando los métodos que tenga a la mano…
si es un machete mejor.
Pillamos
que las violencias ejercidas sobre nuestra existencia se llevan a cabo usando un
tipo particular de sevicia que raya en la caricatura; como el coyote recibiendo
los golpes del azar y del correcaminos a la vez, haciendo redundar esto de dar
evidencia lo que ya es evidente y redundante… a la vez. Detalles de fina
coquetería como los siete monazos en la cabeza de Rolando, las 36 puñaladas en
el mangle a Jesús, las 4 horas de asfixia de Chispita o la cabeza decapitada de
nuestra hermana venezolana asesinada en las inmediaciones del terminal de
transporte.
Sergio
Urrego desde el lugar donde esté, deb estar viendo escandalizado lo que le
ocurrió a Luis en Sincelejo y cómo su historia de vida y su muerte, no han
logrado crear el remanente de acciones que mejoren las calidades de vida de
nuestras mariquitas y nuestras lesbianitas…una cifra mas.
… Caminamos por obligación entre calles
que enuncian su desprecio calcinante sobre lo que somos y por eso nos matan.
(…)Lo
entendimos y debemos admitir que nos duele, pero sinceramente considero que
debemos exhortarnos a ir más profundo; invitarnos a ladrar como perras rabiosas
contra la hipocresía y la miopía selectiva a la hora de visibilizar nuestras
demandas; nuestros gritos de auxilio -pataleta de ahogado-.
Como
verdaderas hermanxs de lucha, de verdad-verdad: transfronterizas, caribeñas,
diaspóricas, lesbo-transfeministas. Siempre partiendo de la premisa de que no
todo lo importante ocurre en Bogotá. De lo contrario, las negras seguiremos
siendo invisibles y a contra luz para las cámaras del Estado y su obligación de
protegernos.
En
este punto considero importante aclarar un tema que aún se trata con cierta
indisciplina: el acoso callejero y la diferenciación entre lo que viven las
mujeres cisgénero; aquellas que nacen con vagina y se identifican con la
feminidad hegemónica y nosotrxs; las OtrasMaricasOtras,
las que nacimos con pene y nos crece la barba más rápido de lo que conseguimos
para el depilador en crema.
Por
un lado -y esto sospecho que ustedes lo sospechan- su cuerpo en el espacio
público recibe un tipo de acoso que en su amplio espectro, varía desde el deseo
erótico por sus atributos físicos, hasta la noción de maternidad que les impide
a ellos matarlas por un susurro cultural imaginario que les convence, al final
de cada piropo, de que pueden llegar a ser sus madres o la madre de algún otro
cacorro. Nosotrxs por el contrario resultamos útil para el machismo, pues,
exhibir públicamente la maricofobia advierte al grupo, a la jauría, que su
masculinidad se encuentra estable y armoniosa descansando sobre la humillación que
nos propinan.
Se
hace pertinente advertir que mientras eso ocurre en Sincelejo y las
autoridades se hacen de la vista gorda, en nuestros territorios (barrios, veredas,
corregimientos, sector rural en general) espacios marcada y orgullosamente machistas,
convierten a diario nuestras vidas en un calvario, porque resulta que también
somos negrxs y pobres. Enserio nos sentimos abandonadas a nuestra suerte, en un
entorno enrarecido de una homofobia que le hace guiño a la violencia física y
la tanatopolítica como método de corrección y encausamiento.
Es
este preciso momento de la historia el que nos está llamando a ser red,
atarraya y resguardo; a mirarnos a los ojos e identificar a nuestros pares de
lucha, clase y raza para activar su memoria histórica y reconocernos en el otrx
y apoyarlx.
Yo
solo espero que Luis logre superar pronto este impase y encuentre la justicia
ejemplar que merece y espera. Que recuerde que de situaciones catastróficas están
construidas las historias de los mejores seres humanos que hemos conocido; y
que ojalá las organizaciones rapiñeras no hagan de esta lamentable situación,
el circo que están acostumbrados a desplegar en los pueblitos por donde pasan. Dejando
luego a las víctimas… sin pena ni gloria. Malparidxs.


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