CIMARRONAJE SOBRE TACÓN, ESCAPE CON EL CUERPO

Una etnomaricografía sobre la movilidad social de mujeres trans negras de Cartagena en ejercicio de la prostitución

Escrito por: Christian Howard Hooker

Este texto es una licencia que me he tomado como periodista, marica y como investigadorx social -etnógrafa si se me permite el apelativo- para analizar un fenómeno que no encarno ni represento, pero que gracias al activismo que llevo haciendo hace una década en la región y la amistad franca y fraterna con centenares de mujeres trans de Colombia, me permitió vivenciarlo de primera mano. El documento original y completo es mucho más amplio, pues contiene entrevistas a profundidad, pero en esta ocasión quise hacer un resumen que a su vez es un acercamiento epistemológico para poder compartirlo con todxs ustedes en Marica al Borde.

 

El día y sus espacios nos fue negado; muchas no tuvieron la dicha de disfrutar los sitios turísticos de Cartagena…

(…)Que nosotras nos paráramos en un sitio turístico en esa época, era sinónimo de delincuencia, de peligro.

Giselle Góngora Ramos

Exreina de la Diversidad Sexual

 

 A modo de contexto

Yoselith es una cartagenera de 25 años en pleno proceso de transición de género - no quirúrgica- residente de un barrio de la periferia de Cartagena llamado San Fernando. Ha intentado en dos ocasiones lograr que su EPS le opere los senos, pero sin resultados positivos. Con algunas dificultades se graduó en el año 2011 de un colegio público llamado Mercedes Ábrego ubicado también en san Fernando, en el que llegó, incluso, a ser personera estudiantil. Adelantó dos semestres de una carrera universitaria y por cuestiones económicas de manera prematura tuvo que retirarse. Desde entonces ha intentado estérilmente ingresar al mercado laboral formal y reconoce la prostitución como la alternativa laboral que le permite subsistir.

Giselle, por su parte, es una voluptuosa mujer trans de 41 años de edad que se moviliza en su pequeña moto entre los barrios Tacarigua y el Pozón; en éste último barrio periférico está ubicada su casa materna de donde salió hace 20 años para culminar su transición y en la cual aporta económicamente. El tiempo le alcanzó para cambiar su nombre jurídico, operarse pechos, nariz, mentón, nalgas, entre otras. Antes de cambiar su identidad de género se dedicaba a la docencia, sin embargo, hoy alterna sus días entre el activismo social, los viajes por Europa y el trabajo sexual. Pero ojo, porque las dos mujeres comparten otro rasgo en particular más allá de la identidad de género o su ubicación geoespacial en la ciudad: la melanina de su piel negra.

Aunque no se trate aún de un estudio de casos propiamente, en un primer momento el siguiente ensayo busca hacer una contextualización de los escenarios y obstáculos que encuentran las mujeres trans racializadas de la ciudad de Cartagena, amparados en la premisa de que la movilidad social y geográfica, en muchas ocasiones, queda subordinada al ejercicio de la prostitución, que a su vez les exige la construcción de sus corporalidades con unas improntas particulares.

En un segundo momento intento analizar las corporalidades y la interseccionalidad o fusión como categorías que nos permiten entender las tensiones y fricciones de lo afro, lo sexualmente diverso y el matiz de clase en una ciudad como Cartagena.

Cartagena de indias, negrxs, putas y travestis

Giselle antes de uno de sus viajes a Europa.fotografia de archivo personal

La Cartagena de la contemporaneidad; aquella de las nuevas disputas estéticas y antropológicas en relación al Caribe y su negritud; con su mercado de bazurto hoy colapsado en un tipo morboso de multiculturalismo que exalta la champeta pero le da rasquiña el champetuo; me refiero a la de los barrios populares donde no se baila saltadito sino arrastrando los pies al son sincronizado de los puños que se baten como haciendo el símbolo del infinito frente a los ojos del bailarín que se transforma, en cuestión de segundos, en actor principal de una riña imaginaria de cacorros.

Los mismos cacorros que en la periferia adoran acostarse con las mujeres trans prostitutas. Normal. Si, así de contradictorio como lo es Cartagena, una de las herederas del proceso diaspórico de esclavizadxs de origen africano más grande de la historia que nos obliga, para efectos de una buena radiografía de sus habitantes, a hacerlo a través de categorías susceptibles de análisis como la raza, y de paso, otras como clase y recientemente con mayor interés, su vínculo con las orientaciones sexuales e identidades de género no normativas.

Algunxs investigadorxs colombianxs dedicados a analizar el comportamiento social de hombres gays negros de Colombia, proponen la noción de larga duración como herramienta para medir los efectos que tiene en la historia el colonialismo, y cómo esa historia se expresa en subjetividades contemporáneas (Gil, 2015), algo así como rastrear los restos de la colonia que podemos percibir en nuestro comportamiento social: individual y colectivo. Porque al parecer, tanto racismo estructural, como maricolesbotransfobia pueden encontrar proyecciones más o menos parecidas desde la llegada del primer barco negrero a nuestras tierras. Cartagena es colonial… asumámoslo.

Dicha radiografía cobra importancia en la ciudad, debido a que estudios realizados por ONGs con enfoque social revelan precarios niveles de acceso a los derechos de las personas afrodescendientes en Cartagena (Banco de la República, 2017). – hasta ahí ninguna novedad- A ello se suman los escenarios de vulnerabilidad y discriminación a los que podrían estar expuestas gays, lesbianas, bisexuales y en especial transgeneristas, quienes también tienen una alta probabilidad de ser afrodescendientes y habitar los sectores populares de la ciudad.

Al respecto, se sabe que categorías como orientación sexual, expresiones e identidades de género no normativas, agudizan los escenarios discriminatorios basados en la percepción del color de la piel. A tal análisis, y como elemento subyacente del proceso histórico de racialización, persisten imaginarios negativos asociados a la raza heredadas de la colonia, tales como la criminalización: “Cartagena percibe una mirada criminalizadora de las personas afrodescendientes que históricamente fue reforzada por los escenarios de segregación histórica que no permitían el autorreconocimiento afro, y que hoy frente a la diversidad sexual, expresión e identidad de género conserva su efecto.” (Viva la Ciudadanía, 2018)

Cabe resaltar que la ciudad no ha logrado integrar socialmente a las personas transgeneristas de tal forma que se pueda construir un discurso distinto al del gueto, la invisibilización y más recientemente la exotización. Hasta los de Caribe Afirmativo en uno de sus primeros estudios, encontraron que en la ciudad de Cartagena existen imágenes que se han legitimado y que precipitan acciones negativas frente a la presencia de travestis en el espacio público. Anuncian que persiste la clásica vinculación de estas personas a escenarios delictivos como: tráfico de estupefacientes, robos, violencia y escándalo público; y otras de carácter moral como la prostitución (Caribe Afirmativo, 2010).

En la prensa, por su parte, y lo sé de primera mano porque lo investigué junto a mi compañera de clase Karina Blanco y el Magister en lingüística y marica Danilo de la Hoz; las personas transgeneristas son representadas en la versión web de El Universal como un cuerpo expuesto al peligro debido a un estilo de vida moralmente reprochable, noción que formaría parte del núcleo de la transfobia (De la Hoz Páez, Howard, & Blanco, 2017), en la medida en que la caracterización de “los otros” se soporta en el uso de expresiones que resaltan la diferencia, la desviación, la transgresión y la amenaza (Van Dijk, 2003)… vaina de travestis.

Este análisis es preocupante (…) pues si la prensa representa discursivamente a un actor social como el transgenerista como foco de comportamiento antisocial, contribuye a justificar la oposición violenta a sus reclamos de derechos y de garantías legales; ejercicio político que, además, hace parte del compendio de derechos de los colombianos, en cuanto constituye una forma de ejercicio de su ciudadanía y por lo tanto un limitante para el acceso a sus derechos (De la Hoz Páez, Howard, & Blanco, 2017).

Ahora bien, todos estos análisis dejan aún muy distante una discusión clave para delucidar el entramado de percepciones referentes a las mujeres trans del Caribe que ejercen la prostitución y es prescisamente la implicación social y los imaginarios subyacentes de reconocerse públicamente trans y casi que por remanente lógico: prostituta. Ojo, prostituta de Cartagena.

En ese sentido me parece que la voz de la francesa Virginie Despentes; feminista anarquista y exprostituta cisgénero, inyecta en esta discusión un tema valioso pero que por los mismos impedimentos dogmáticos relacionados con el percepción judeocristiana del sexo y la sexualidad; permanecen enclaustrados con el velo del estigma y la sospecha.

Despentes reformula la configuración que creíamos lógica de la prostitución y la coloca como escenario de disputa y enunciación política y desde ahí percibe los marcadas relieves que se logran percibir cuando ya no eres una mujer que está inscrita en el mercado del consumo masculino hegemónico: punketas, gordas, feas, lesbianas, prostitutas… Mujeres proscritas, fundamentalmente. En su reflexión hecha en el libro autoetnográfico: Teoria King Kong en el capítulo titulado: Demasiado viciosa para ser violada,  advierte que aun siendo mujeres física y socialmente funcionales, existe un imaginario masculino dentro del metarrelato social androcéntrico, que NOS impide ver como violación lo que ocurre sobre los cuerpos que hemos denominado proscritos o alejados del canon.

En ese sentido, escuchar testimonios de mujeres trans negras de Cartagena que relatan episodios traumáticos de violencia y acoso policial y civil por el simple hecho de circular las calles del centro, ya no resulta tan asombroso ni inusual. Nuestras hermanas trans eran llevadas de manera sistemática hasta las afueras de la ciudad (Turbaco o Manzanillo) sin papeles, mojadas y caminando con los tacones en la mano, episodios que sirven de huella digital de una memoria que se resista a desaparecer. Perseguidas, pisoteadas y violadas a la vez; con la misma hipocresía paradigmática que tenemos como impronta colonial. Ciudad bastarda.

La ciudad fachada… inacabada

Mientras las consecutivas y traumáticas administraciones públicas de la ciudad de Cartagena en la última década parecen más interesadas en fortalecer el escenario jurídico-político en beneficio del sector turístico, petroquímico y portuario[1] y apela a la conveniencia al discurso del progreso como el derrotero de la sociedad ideal: como si fuera un punto de llegada; le ha quedado dificil explicar la desaceleración de su economía desde la década de los 80`s en especial en lo relativo a la calidad de vida de lxs llamadxs subalternxs.

Son justo los gritos de resistencia promulgada por los grupos sociales que lxs acogen, los que han permitido revelar que es justo sobre sus cuerpxs, o sea, lxs personas que han recibido la marginación histórica de sus derechos, sobre quienes recaen en la actualidad, y con especial énfasis, las desventajas de una economía desacelerada; basta con mirar la situación de las mujeres trans en el país por cuenta de las decisiones que alcaldes han tomado tales como el pico y género el cual deja a disposición de una policía desinformada y altamente homolesbotransfóbica la circulación de las personas sexo diversas y racializadas de los sectores populares de ciudades como Cartagena.

La lucha contra la pobreza y alcanzar un supuesto estándar global en materia de calidad de vida, ha volcado sobre sí la atención de organizaciones, grupos poblacionales y activistas que, en nombre de los elementos que las homogeinizan, alzan sus megáfonos para exigirle DDHH a instituciones soportadas en políticas que le hacen rondas al neoliberalismo y amarradas incómodamente al discurso de la democracia en una evidente crisis de lo que conocemos como Estados sociales de derecho.

De ahí que sea precisamente en este momento de la historia cuando se hacen más evidentes los efectos negativos de la negación de derechos en su mayoría a grupos étnicos y/o con opciones sexuales estigmatizadas en la sociedad; habitantes de una ciudad en la que la construcción de sus identidades particulares genera caos y de soslayo discriminación social y aporofobia.

El efecto regulador de la economía y de las políticas neoliberales, los cuales elaboran un casting para lo que será su puesta en escena, colocan sobre las tablas de este gran teatro social, sujetxs que se acoplen a un sistema que, luego de atomizarlxs y re-organizarlxs según sus intereses y reclamos, lxs regula y les propone un nuevo estándar y hasta una nueva agenda.

El poder económico y político como eje de la construcción social que dispone de unos prerequisitos o prototipos de sujetos, estilos de vida, razas y comportamientos, dividiendo al mundo en clases y sesiones donde mayoritariamente se cuentan los excluidos y con gran poder de incidencia los llamados a incluir. (Castañeda, 2011)… ¿notan la sutil paradoja?

Raza, clase… cuerpx

Las categorías interseccionalidad y Matrices múltiples de opresión, pretenden colocar relieve sobre lo que con frecuencia se analiza de manera plana; por ejemplo, que Yoselith es sólo una mujer trans de Cartagena sin la posibilidad de interpelar otras opciones que activan discriminación, tales como su color de piel o su clase social: Ser pobre, trans y negra trae consigo unas improntas escencializantes difíciles de disolver del imaginario colectivo

Cuando se trata de poner bajo la lupa simultáneamente sobre categorías como: clase, raza, género, sexualidad, las teorías y referencias suelen seguir el eco de los trabajos de mujeres afroamericanas adscritas a lo que hoy se reconoce como Black Feminism (Gloria Hull, Patricia Bell Scott, Barbara Smith, Patricia Hill Collins y Angela Davis), entre otras. Los aportes de estas mujeres y de muchas otras invisibilizadas por esta historia racista; referentes históricos que advirtieron las desigualdades que existían entre las mujeres negras en relación a sus homólogas blancas de clase media en Estados Unidos. Ni siquiera vamos a hablar de lesbianas.

Maria Lugones investigará hasta el momento de su muerte, la Interseccionalidad de raza, clase, género y sexualidad para entender la preocupante indiferencia de los hombres en relación a las opresiones múltiples que recaen sobre las mujeres no blancas; la cual incluye en ese espectro -aunque les duela aceptarlo aún a muchas feministas liberales y Terf- las mujeres trans racializadas. Mujeres abiertamente víctimas de la colonialidad del poder y del género. Punto.

Pareciera que la construcción y moldeado corporal de las mujeres transgeneristas ocupa un espectro muy importante en sus vidas, y en el caso particular de las mujeres trans negras que se dedican a la prostitución opera en la lógica de consumo que apela a los rasgos físicos deseados de los turistas y extranjeros sobre las mujeres negras del Caribe que les venden los medios de comunicación: exóticas: labios gruesos, pechos firmes y nalgas prominentes…

…y plumas y lentejuelas.

Por lo tanto, es importante aclarar que en comparación con Yoselith, Gisell manifiesta tener una mejor capacidad para movilizarse dentro de la ciudad, pero además y gracias al ejercicio de la prostitución ha podido viajar no solo por el país, sino por varios lugares de Europa. Todo apunta a que su construcción identitaria y estética juega un papel importante en el nivel de ingreso y por ello, de la posibilidad de moverse por el mundo y obviamente con mejores niveles de tolerancia a nivel local; incluso en sectores como el Pozón, reconocido barrio de la periferia popular de la heroica.

En relación al efecto de la estética sobre la economía de estas mujeres, la Fundación Triángulo en un estudio realizado en Madrid para analizar el escenario laboral de las mujeres trans en ejercicio del trabajo sexual, encontraron una fuerte relación entre imagen corporal y visibilidad comercial. “En los espacios de ejercicio del trabajo sexual, ya sean abiertos, cerrados o virtuales, la imagen corporal juega un importante papel tanto para el desarrollo del trabajo mismo como para la autoestima de la Trabajadora Transexual del Sexo.

“El cuerpo es entendido en muchos casos como una herramienta de trabajo que, con los cuidados necesarios, las dotará de un mayor atractivo y, por tanto, las pondrá en situación de poder competir en cualquier tipo de espacio. Recordemos que el nivel de ingresos es independiente del espacio en el que se ejerza a pesar de la diferencia de tarifas” (Fundación Triangulo, 2011).

Como lo problematiza Betty Ruth Lozano, al no tratarse de una serie yuxtapuesta de categorías de discriminación, sino más bien, una fusión de ellas (Lozano, 2016), es posible que la realidad de Gisell no solo sea diferente a la de Yoselith, sino que además eclipse las particularidades de lo que para las estadísticas es su par… si, aunque las dos sean negras. Se podría decir que la capacidad de agencia por parte de Yoselith es más limitada en cuanto su corporalidad no refleja la misma cantidad de inversión económica representada en cirugías que la acerquen más al estereotipo de mujer negra hegemónica; aún cuando ya sea una mujer hermosa.



A mi parecer y si pudiéramos amalgamar las realidades de estas dos mujeres a unas categorías; estas posiblemente puedan girar alrededor de la lógica: trans negrx operada - trans negra sin operar.  De llegar a ser así y tratáramos de homogeneizarlas, por un efecto social de sedimentación, se termina seleccionando al dominante del grupo, el más visible o el que encaje mejor en la norma idealizada y escencializada que ha ido proponiendo los ya mencionados medios de comunicación; lo que en la práctica podría representar acceso a acciones afirmativas, al reconocimiento o ascenso social.

A manera de conclusión -y no porque considere que en este corto ensayo está agotado el tema, es necesario resaltar la asimetría en la movilidad tanto espacial como social que experimentan dos mujeres transgeneristas extraídas de sectores populares de la ciudad. Aunque ambas son trabajadoras sexuales, las capacidades de agencia y de relación con la sociedad varían y depende en gran medida de la construcción estética de sus cuerpos.

Queda en el tintero profundizar en las variaciones en cuanto a la oferta institucional por parte del Estado y la aplicabilidad de las acciones afirmativas y si existe alguna relación con lo estético o en cambio con la capacidad económica traducida en un nivel más alto en la escala social.

Por lo pronto basta con desear que tanto el cuerpo de Gissele, como el de Yoselith, logren acercarse cada días más a lo que siempre soñaron ser… sea lo que sea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

 Banco de la República. (2017). La pobreza en Cartagena: Un análisis por barrios. Documentos de trabajo sobre Economía Regional, http://www.banrep.org/docum/Lectura_finanzas/pdf/DTSER-94.pdf.

 Caribe Afirmativo. (2010). Situación de los derechos humanos de la población de LGBT en la Región Caribe 2007 - 20010. Obtenido de http://caribeafirmativo.lgbt/docs/Informesobre-la-situacion-de-derechoshumanosde-la-diversidad-sexual-y-las-identidades-degenero-en-el-Caribe2007-2010.pdf Castañeda, W. (2011).

El reconocimiento como sendero de inclusión social. Cartagena. De la Hoz Páez, D., Howard, C., & Blanco, K. (2017). Transgeneristas: representación discursiva en noticias virtuales de el universal de Cartagena (2009 – 2012). Palobra. Fundación Triangulo.(2011).

Trabajadoras transexuales del sexo: el doble estigma.

Gil, F. (2015). Estar en el mundo de los blancos”: Las tensiones entre clase y raza en las experiencias de personas racializadas como negras en sectores medios en Bogotá D.C. Revista de Antropologia . Hernandez, F. G. (2015).

Estar en el mundo de los blancos”:Las tensiones entre clase y raza en las experiencias de personas racializadas como negras en sectores medios en Bogotá D.C. Revista de Antropologia.

Lozano, B. (2016). “Analítica (s) decolonial (es) sobre género, raza-etnicidad. Insurgencias epistémicas y/de feminismo (s) decolonial (es). En Tejiendo con retazos de memorias insurgencias epistémicas de mujeres negras/afrocolombianas. Aportes a un feminismo negro decolonial (págs. 31- 80). Quito.

 Viva la Ciudadanía. (13 al 19 de julio de 2018). Ser LGBT y afro o indígena el reto de los derechos sociales. Obtenido de http://viva.org.co/cajavirtual/svc0596/articulo08.html



[1]https://www.semana.com/nacion/articulo/cartagena-tiene-muchas-inversion-pero-noseestabeneficiando-a-los-pobres/521868?fbclid=iwar1jrmm6k91yelp7gbt2mobcykpy_xns188- 4lftocdqdlbnfb8g7g5btby


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